No me gusta el distrés, ¿a vos?

Primero que nada, quiero contarte que el tema de hoy tiene su origen en una charla con mis hijos la semana pasada porque últimamente estoy pasando muchas horas frente al ordenador y pocas en los jardines, al menos en la proporción que me gustaría.

Entregas de informes, tareas pendientes, los emergentes del día a día y con ello una expresión resuena como eco dentro de mi cabeza y de los que me rodean.

El estrés, o estoy estresado, o …

En fin, ya me entiendes.

Creo haber contado ya cómo los jardines son mi cable a tierra, sobre todo en aquellos momentos en los que dan ganas de salir corriendo, tal vez, tras unas vacaciones que parecen nunca llegar.

Y bien, ello me llevó a querer conocer más sobre los beneficios psicológicos del trabajo con las plantas y mientras me formaba en jardinería terapéutica aprendí un par de conceptos que se derivan de esa famosa palabra “estrés” a la que tanto tememos.

Resulta que el estrés es una respuesta fisiológica y psicológica del cuerpo ante situaciones que demandan una adaptación. Sin embargo, no todo el estrés es negativo.

¿Cómo eso puede ser posible?

En realidad, es simple, y debemos empezar por diferenciar entre dos tipos principales de estrés: el eustrés y el distrés.

En este artículo voy a comentar sobre ello y a incursionar sobre cómo los espacios verdes (accesibles e inclusivos) pueden influir en ambos tipos de estrés, promoviendo el bienestar y la salud mental de manera equitativa para todas las personas.

Vamos con las definiciones

El eustrés, también conocido como estrés positivo, es como el punto justo de energía que necesitamos para nuestro día a día. Es cuando nuestro cuerpo y mente responden de manera equilibrada a los desafíos que enfrentamos. Este tipo de estrés nos ayuda a adaptarnos a los cambios que van surgiendo en nuestro entorno. Aunque puede cansarnos un poco de vez en cuando, la sensación general es de satisfacción y bienestar. El eustrés nos da ese empujoncito para enfrentar las situaciones con éxito y sentirnos bien con nosotros mismos.

Como ejemplos de situaciones que pueden generar eustrés incluyen rendir un examen, llegar a tiempo a una cita o enfrentar una tarea desafiante.

Lo que hace que una persona en una extensa área verde como un parque experimente eustrés y no distrés es precisamente la percepción que tiene de sí misma y del factor estresante al cual se enfrenta. Ese factor puede derivarse de la complejidad del diseño paisajístico, de las barreras de accesibilidad cognitiva, etc.

En cambio, el distrés, o estrés negativo, es como cuando nuestro motor interno se acelera demasiado o de forma inapropiada para lo que la situación realmente requiere. Es ese estrés que nos sobrepasa y no nos ayuda. Si este estado se mantiene por mucho tiempo, puede afectar nuestra salud y bienestar. Es como estar constantemente en alerta máxima, incluso cuando no es necesario, lo que puede agotarnos física y mentalmente.

El distrés puede estar causado por situaciones externas negativas como problemas familiares o laborales. En un parque o en un área natural se podría dar por encontrarse en un lugar que no es accesible desde la mirada cognitiva, y con ello me refiero a entornos en los que nos sentimos perdidos, desorientados; a aquellos lugares de donde aparentemente no podemos salir o elegir el camino correcto y nos generan ansiedad o algo más.

Y ahora viene lo mejor, porque los espacios verdes accesibles e inclusivos tienen un impacto positivo en la salud, reduciendo el distrés y promoviendo el eustrés.

Diversos estudios han demostrado que los espacios verdes, como parques y jardines, tienen un impacto positivo en la salud mental. Basta con pasar al menos 2 horas por semana en la naturaleza.

La interacción con la naturaleza facilita la recuperación del estrés, mejora el estado de ánimo y promueve la relajación. Actividades al aire libre en estos espacios, como caminar, correr o simplemente contemplar la naturaleza, pueden generar una respuesta de eustrés que ayude a las personas a afrontar mejor las demandas de la vida cotidiana.

Inclusividad y Accesibilidad en los Espacios Verdes

Para que los beneficios de los espacios verdes sean equitativos, es esencial que estos sean accesibles e inclusivos. La accesibilidad sensorial y cognitiva en parques y jardines garantiza que personas con discapacidades físicas, sensoriales, intelectuales y cognitivas puedan disfrutar de estos espacios. Los jardines inclusivos, por ejemplo, diseñados con elementos multisensoriales, pueden proporcionar estímulos positivos que promuevan el eustrés y reduzcan el distrés en individuos con necesidades especiales.

Por otro lado, con la implementación de huertos comunitarios, no solo propician una mejora en la salud mental individual, sino que también fortalecen el tejido social. Estos espacios fomentan la interacción social, la cohesión comunitaria y la participación activa, factores que contribuyen significativamente a la reducción del estrés y a la promoción del bienestar colectivo.

Y para terminar el artículo de hoy me pregunto: ¿cómo nos podemos ayudar?

Yo creo que he aportado un granito de arena como para que puedas compartir esta información con quienes disfrutan plantando un árbol para que le de sombra a sus nietos, con quienes quieren dejar a su paso un mundo más verde y, por supuesto, dejando tu comentario para seguir creciendo.

Palabras claves: #jardinesinclusivos #accesibilidaduniversal #estrés #accesibilidadcognitiva #saludmental

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