¿Alguna vez has sentido cómo un aroma o un color específico no solo te trae un recuerdo, sino que te hace revivir una sensación corporal completa?
Hay una plaza en mi ciudad que fue testigo hace más de 30 años del momento en el que le pedí la mano (¡qué antiguo!) a mi esposa. Hoy cuando paso por el lugar recuerdo el aroma de las plantas, la temperatura del aire, la sensación de esa atmósfera de luz filtrada por la copas de los árboles (komorebi como le llaman poéticamente los japoneses) y los nervios que como pulsos eléctricos erráticos recorrían mi cuerpo….
¿Cómo puedo recrear todo ello en mi mente a pesar de los años y de que esa plaza cambió su fisonomía y el pequeño espejo de agua que fue testigo en primera fila de dicho momento ya no existe? Este fenómeno, donde un lugar físico se transforma en un portal sensorial al pasado, es la esencia de lo que llamo un “jardín mnémico”.
Ese recuerdo hace que mis ojos brillen y se pierda mi mirada en el tiempo, pero ¿qué sería de ese momento si la respuesta recibida hubiera sido un “no”?
Otros momentos y lugares pueden surgir en mí, con el blanco cremoso con toques violetas de las flores del limonero. Al verlo, no solo “recuerdo” el patio de mi abuela; mi cuerpo entero revive la sensación de seguridad y pertenencia de estar allí, bajo esa luz y esos aromas.
Estas no son simples reacciones nostálgicas. Son producto de un fenómeno que llaman “memorias sensoriales“. Nuestro cuerpo guarda un archivo sensorial de experiencias, y ciertos estímulos funcionan como llaves capaces de abrir esas memorias profundas.
La neurociencia nos da una pista de por qué ocurre esto: el procesamiento del color y el olfato tienen conexiones directas con el hipocampo (nuestro centro de memoria) y la amígdala (el centro emocional). Cuando un estímulo sensorial está ligado a una experiencia significativa, nuestro cerebro recrea no solo la imagen, sino todo el estado corporal asociado a ella.
Este cruce entre paisaje, memoria y sanación es el corazón de mi libro, “Corpopaisajismo terapéutico“. En sus páginas, exploro el fundamento teórico y práctico de estos conceptos.
Pero, ¿cómo llevamos esto a la práctica profesional?
Para quienes nos dedicamos al diseño y a la salud, el objetivo es ofrecer una comprensión integral de cómo los “jardines mnémicos” pueden ser concebidos y diseñados como herramientas terapéuticas, capaces de activar recursos internos de bienestar y reconectar a las personas con experiencias vitales significativas a través de una sinfonía sensorial cuidadosamente orquestada.
En neuropaisajismo.com me dedico precisamente a eso: a ayudar a otros profesionales a integrar estas metodologías en sus proyectos para crear espacios con un impacto terapéutico real y medible.
Te invito a hacer una pausa. Piensa en los espacios que diseñas o en los que trabajas. ¿Están honrando las memorias corporales de quienes los habitan? ¿Podrían ser más que funcionales y convertirse en verdaderos catalizadores de bienestar?
Si estas preguntas resuenan contigo y quieres aprender a diseñar espacios que sanan, te invito a suscribirte a mi boletín. Cada semana comparto herramientas prácticas, estudios de caso y las claves del neuropaisajismo para que puedas aplicarlas en tus propios proyectos. Únete a la comunidad aquí y no te olvides de verificar tu correo.