La psicología ecológica del paisaje

A primera vista, vincular el paisajismo con la psicología puede parecer algo inusual. Pero, ¿y si te dijera que para mí son las dos caras de la misma moneda?

Siempre he creído que un jardín es mucho más que un conjunto de plantas y un buen diseño. Es un refugio, un santuario personal, un espacio que influye directamente en nuestro bienestar. Para crear estos “ecosistemas emocionales” de manera efectiva, sentí la necesidad de ir un paso más allá: necesitaba comprender mejor la mente de quienes los habitarán.

Este camino me llevó a descubrir la ecopsicología, un campo fascinante que ya he mencionado antes y que hoy quiero explorar en profundidad contigo.

Cuando hablamos de ecopsicología aplicada al diseño de jardines, no estamos pensando solo en “poner plantas bonitas” o “crear un espacio verde agradable”. Aquí la cuestión es más profunda: se trata de reconocer que el jardín es un entorno vivo que dialoga con la psique humana y que, a través de ese diálogo, influye en cómo nos sentimos, pensamos y nos relacionamos.

En un jardín salutogénico, el objetivo es favorecer procesos que generen salud y bienestar, pero desde el diseño mismo, no como un añadido posterior.

Para mostrarte cómo estos conceptos abstractos cobran vida en un jardín, he destilado su esencia en 7 claves prácticas. Son los principios que guían mi trabajo para transformar un espacio en una experiencia:

  1. El lenguaje secreto de los elementos: Aquí no elegimos plantas solo por su belleza o resistencia. Las seleccionamos como si fueran palabras de un poema, buscando que susurren algo a tu inconsciente. Cada árbol, flor o piedra se convierte en un símbolo que puede evocar seguridad, asombro o calma. ¿Qué historia quieres que cuente tu jardín?
  2. Travesías que despiertan la curiosidad: Olvídate de los simples caminos para ir de un punto a otro. Diseñamos “travesías emocionales”. Un sendero curvo que esconde sutilmente lo que viene después despierta tu curiosidad y te invita a la exploración, mientras que uno recto comunica un propósito claro y directo. La pregunta es: ¿qué emoción quieres que guíe tus pasos?
  3. Refugios para el alma y la contemplación: Un banco no es solo un objeto para sentarse. Es un punto de pausa sagrado. Lo ubicamos estratégicamente donde te sientas protegido, recogido y con una vista que inspire. Estos refugios crean el ritmo del jardín, una danza entre el movimiento de la travesía y la quietud de la reflexión.
  4. La transición emocional: Un jardín salutogénico fluye como un paisaje natural. Trabajamos con transiciones graduales para que pasar de un espacio amplio y abierto a un rincón íntimo y secreto sea una experiencia suave. Este juego de escalas te permite vivir cambios emocionales sutiles y armónicos, sin sobresaltos.
  5. La narrativa del lugar: Todo gran jardín cuenta una historia y te hace parte de ella. Esta narrativa puede conectar con la memoria del sitio, con la cultura local o con un relato simbólico que se despliega a medida que lo recorres. Cuando un jardín tiene una voz coherente, genera un profundo sentido de pertenencia.
  6. Los sonidos y silencios: No se trata de llenar el aire de ruido, sino de orquestar una experiencia sonora. Alternamos el murmullo del agua o el susurro de las hojas con bolsones de silencio profundo que invitan a la introspección. El sonido se usa para guiar tu atención y tu estado de ánimo.
  7. El tacto y el olfato: La experiencia se completa con los sentidos más íntimos. Diseñamos una coreografía de texturas (la rugosidad de una corteza, la suavidad de un pétalo) y aromas que evocan recuerdos. Es una invitación a tocar, oler y sentir, manteniendo tu mente anclada en el aquí y ahora, sin saturarla.

Para finalizar, y a modo de síntesis, podríamos decir que la ecopsicología coloca a la experiencia humana en el centro del diseño, pero entendiendo que esa experiencia está profundamente entrelazada con el mundo natural.

Diseñar desde este enfoque es como componer una pieza musical: cada elemento tiene un papel, cada transición importa y el resultado final no es solo “un lugar”, sino un viaje interior guiado por la naturaleza.

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