En las ciudades que crecen rápidamente, las áreas verdes tienden a convertirse en un lujo que solo unos pocos pueden permitirse. Pero, ¿por qué ocurre esto y cómo podemos trabajar para asegurar que todos tengan acceso a los beneficios de la naturaleza? Además, ¿cómo pueden los centros de adultos, hoteles y entidades de gobierno aprovechar esta oportunidad para diferenciarse y obtener un retorno económico?
La Transformación de las Ciudades y el Lujo de los Jardines
A medida que nuestras ciudades se densifican, el espacio se convierte en un bien preciado. Tener un jardín privado o incluso acceso cercano a áreas verdes se vuelve cada vez más difícil y costoso. Este lujo, limitado a unos pocos, crea una desigualdad que afecta la calidad de vida urbana.
Para contrarrestar esta tendencia, es vital que trabajemos en la creación y mantenimiento de áreas verdes públicas. Estos espacios no solo son esenciales para el bienestar de los ciudadanos, sino que también deben ser diseñados para ser accesibles para todos.
Aquí es donde entra en juego la teoría o método 3-30-300 que el profesor de ecologización urbana y silvicultor holandés Cecil Konijnendijk desarrolló. En ella sugiere que cada persona debería ver al menos tres árboles desde su hogar, vivir en un vecindario con un 30% de cobertura arbórea y estar a no más de 300 metros de un parque o área verde.
Pero no basta con tener áreas verdes; estas deben ser accesibles para todos, independientemente de sus capacidades físicas, sensoriales o cognitivas. Aquí es donde podemos marcar una gran diferencia:
- Accesibilidad Física: Las áreas verdes deben contar con senderos accesibles, rampas y mobiliario adaptado para personas con movilidad reducida.
- Accesibilidad Sensorial: Incorporar jardines sensoriales que estimulen los sentidos con plantas aromáticas y diversas texturas puede hacer que estos espacios sean inclusivos para personas con discapacidades sensoriales.
- Accesibilidad Cognitiva: Diseñar espacios que sean fáciles de navegar y comprender, y ofrecer programas educativos adaptados, asegura que las personas con discapacidades cognitivas también puedan disfrutar y beneficiarse de la naturaleza.
Hay una gran cantidad de estudios que demuestran que las áreas verdes aportan numerosos beneficios, desde la mejora de la salud mental y física hasta la creación de comunidades más fuertes y cohesionadas. Estos espacios son vitales para el bienestar general de los ciudadanos y deben ser accesibles para todos.
¿Por qué afirmo que es una oportunidad de diferenciación y rentabilidad?
Al recorrer algunas de las bodegas de mi provincia junto con amigos que nos visitan puedo observar que en su mayoría cuentan con áreas verdes para los turistas pero que lamentablemente no le sacan el partido que podrían diferenciándose por la accesibilidad y la variedad de experiencias sensoriales que pueden acompañar a sus vinos (ya escribiré sobre ello).
Así como el ejemplo que te cuento, los tomadores de decisiones en centros de adultos, hoteles y entidades de gobierno, invertir en áreas verdes accesibles puede ser una estrategia diferenciadora con impacto social y retorno económico significativo:
- Centros de Adultos: Proveer áreas verdes accesibles mejora la calidad de vida de los residentes, promoviendo el bienestar y la salud, lo que puede atraer más residentes y mejorar la reputación del centro.
- Hoteles: Ofrecer jardines y áreas verdes accesibles puede ser un gran atractivo para huéspedes que buscan experiencias únicas y relajantes. Esto no solo aumenta la satisfacción del cliente sino que también puede justificar tarifas más altas.
- Entidades de Gobierno: Invertir en áreas verdes públicas accesibles fomenta la cohesión social y el bienestar de la comunidad, lo que puede resultar en una ciudadanía más saludable y satisfecha, además de atraer inversión y turismo (también te contaré en un futuro sobre familias con hijos con TEA que se desplazan a otras ciudades que ofrecen espacios seguros para el juego de sus niños).
Entonces, mientras que las áreas verdes privadas pueden ser un lujo en las ciudades modernas (urbanizaciones, barrios cerrados, etc.), debemos enfocarnos en fortalecer y expandir las áreas verdes públicas, asegurando su accesibilidad física, sensorial e intelectual.
Solo así podremos garantizar que todos los ciudadanos, sin importar sus circunstancias, puedan disfrutar de los beneficios que la naturaleza tiene para ofrecer.
Además, esta inversión representa una oportunidad de diferenciación con un impacto social positivo y un retorno económico viable.