Los expertos en redacción publicitaria suelen decir que es importante tener presente en la comunicación que quien va a adquirir un servicio o un producto lo hace por que busca resolver un problema o satisfacer una necesidad y/o el deseo de obtener un beneficio adicional.
En otras palabras, las dos razones son por un dolor o para obtener un beneficio; también mencionado en la literatura como “placer”.
En mi caso ofrezco un servicio que se traduce en un producto, el jardín accesible o un jardín para ser utilizado en terapias.
Regresando a las recomendaciones de los mejores redactores, también es importante “resolver las objeciones” que puedan surgir.
Objeciones como podría ser el precio, o las limitaciones.
Porque sí, por más que me pese, no todo lo que brilla es oro. Es decir, no todo jardín es completamente beneficioso.
Se pueden cometer errores en la elección de plantas, en la distribución de elementos y otro gran etcétera.
Hay limitaciones.
Como ya me has escuchado decir, o leído, la jardinería y la horticultura terapéutica son ampliamente reconocidas por sus beneficios para la salud mental. Crear y cuidar un jardín puede ser una fuente profunda de satisfacción, proporcionando una conexión directa con la naturaleza y un espacio para la meditación y la reflexión.
Sin embargo, es importante reconocer que la jardinería no es una panacea para todos los problemas de salud mental. Existen límites y riesgos que deben ser considerados.
Entonces, hoy escribiré sobre los desafíos que se deben de sortear al diseñar los espacios y las intervenciones cuando el usuario posee una discapacidad o deterioro cognitivo.
Los errores son parte del proceso
Uno de los aspectos más desafiantes de la jardinería es que, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, no siempre obtenemos los resultados deseados. Las plantas no siempre crecen como esperamos, y los errores son inevitables. Puede ser frustrante ver que una planta, en la que hemos puesto tanto esmero, no prospera. Entre los errores más comunes se encuentran:
- Exponer las plantas a demasiada luz solar o, por el contrario, a demasiada sombra.
- Regarlas en exceso o de manera insuficiente.
- Plantar en una época inadecuada del año.
- No proteger adecuadamente contra insectos que pueden dañar las hojas o los tallos.
- Animales que se infiltran en el jardín y arruinan el trabajo.
- Permitir que las malas hierbas crezcan sin control.
- Utilizar un tipo o calidad de suelo incorrecto.
- No cosechar en el momento adecuado.
Estos desafíos son parte integral del proceso de jardinería. Aunque puedan resultar desalentadores, también ofrecen una oportunidad para aprender y mejorar. Sin embargo, es fundamental no caer en la trampa de la frustración, ya que la sensación de fracaso puede impactar negativamente en el bienestar mental, especialmente en personas que buscan en la jardinería una fuente de alivio emocional.
Riesgo de enfermedades y lesiones
La jardinería no está exenta de riesgos físicos. Si bien puede parecer una actividad inofensiva, trabajar con la tierra, las plantas y las herramientas puede conllevar peligros para la salud. Entre los riesgos más comunes se incluyen:
- Irritaciones en la piel: El contacto con ciertas plantas, como la ortiga, la hiedra venenosa, puede causar picazón, ampollas o erupciones, además de problemas respiratorios en algunas personas.
- Infecciones: El tétano y la sepsis son riesgos asociados con cortes o heridas que entran en contacto con tierra contaminada.
- Dolor de espalda: La jardinería implica mucho trabajo físico, y es común que las personas sufran de dolores musculares, especialmente en la espalda.
- Enfermedades transmitidas por insectos: Como la enfermedad de Lyme, que se transmite por garrapatas, o la enfermedad de Weil, causada por la bacteria Leptospira, que puede estar presente en la orina de animales en el compost o en plantas húmedas.
Para minimizar estos riesgos, es recomendable tomar precauciones básicas, como usar guantes, limpiar las herramientas regularmente, estirarse antes y después de trabajar en el jardín, y estar atentos a posibles picaduras de insectos o plantas venenosas por contacto o ingesta que no deberían de formar parte de un jardín.
El jardín no es la única solución
Es esencial recordar que, aunque la jardinería y horticultura pueden ser un recurso valioso para mejorar la salud mental, no debe considerarse como el único tratamiento.
La terapia, los medicamentos y otros enfoques médicos juegan un papel crucial en el manejo de condiciones de salud mental.
Si bien el jardín puede ser un refugio, un espacio para la meditación y el alivio del estrés, no siempre será suficiente para abordar problemas más profundos como la depresión o la ansiedad severa, por citar algunos.