¿Cómo se puede involucrar a los pacientes infantiles en el diseño de las áreas verdes?

Cada vez que escribo sobre los hospitales infantiles se viene a mi memoria el Hospital Emilio Civit de mi adolescencia y el Dr. Humberto Notti que en alguna oportunidad sus profesionales atendieron y cuidaron de la salud de mi hija cuando era pequeña.

Ahora, a la distancia que se mide en tiempo, puedo detenerme a observar esos jardines que lamentablemente hoy no cuentan con los medios para transformarse en un lugar que contribuya con la salud de los pequeños y el bienestar de quienes pasan tantas horas trabajando y cuidando a los pacientes.

Por ello, al menos con mi imaginación porque todavía no se abren las puertas que golpeo, quiero reflexionar sobre cómo podemos hacer partícipes a los niños en el diseño de los jardines que son testigos de la recuperación de su salud.

Comienza por imaginar un hospital donde los pasillos desembocan en un jardín mágico, lleno de colores, aromas y risas infantiles. ¿Suena como un sueño? Pues es una realidad cada vez más cercana gracias a la participación activa de los pequeños pacientes en el diseño de áreas verdes hospitalarias.

No haré ningún aporte extraordinario al reconocer que los niños tienen una capacidad innata para imaginar mundos extraordinarios. ¿Por qué no aprovechar esta creatividad para transformar los espacios hospitalarios?

Al involucrar a los pacientes infantiles en el proceso de diseño, no solo creamos entornos más acogedores, sino que también les damos un sentido de pertenencia y control sobre su experiencia en el hospital.

Para realizar un proceso de diseño participativo podemos llevar a cabo varias tareas a modo de juegos como, por ejemplo:

  1. Lluvia de ideas colorida: Organizar sesiones donde los niños puedan dibujar o describir su jardín ideal. Y si te dedicas al paisajismo pensando muchas veces desde afuera de la caja podrás afirmar también que en ocasiones las ideas más locas suelen ser las más inspiradoras.
  2. Equipo de superhéroes del diseño: Formar un grupo diverso que incluya a niños, familiares, personal médico y expertos en diseño. Cada uno aporta su “superpoder” para crear el jardín perfecto. ¿Te lo imaginas?
  3. Safari de jardines: Mostrar a los niños imágenes de diferentes jardines y pedirles que elijan sus elementos favoritos. Es como armar un collage de sueños verdes.

Supongo que se te ocurrirán más ideas para poner de manifiesto la creatividad de los niños, familiares y del personal del hospital.

Una vez que cuentas con las ideas de los elementos a incorporar toca la parte del diseño que debe de considerar la accesibilidad física, sensorial y cognitiva.

Como siempre, el secreto está en la diversidad.

Nuestro jardín ideal tendría:

  • Zonas de aventura para hermanos inquietos
  • Rincones tranquilos para reflexión y consuelo
  • Jardines sensoriales con plantas aromáticas
  • Áreas de rehabilitación disfrazadas de circuitos de juego
  • Espacios accesibles para todos, sin excepción

Si te planteas ¿Qué hace que un jardín sea irresistible para un niño? Considera la incorporación de elementos sorpresa como figuras de animales escondidas, relojes de sol mágicos. También puedes añadir en un espacio herramientas de jardinería en miniatura para pequeños exploradores.

Como todo el jardín debe ser seguro, puedes dedicar un espacio a las plantas comestibles y aromáticas debidamente identificadas para aventureros curiosos, como también trabajar con colores vibrantes y texturas que invitan a jugar y descubrir.

Estos jardines, como ya lo sabes, no son solo para divertirse. Son auténticos aliados en el proceso de sanación. Por ello si hay espacio suficiente y el hospital cuenta con un plan da jardinería y horticultura terapéutica debes de considerar otras zonas verdes como:

  • Áreas de horticultura terapéutica donde cultivar salud y esperanza
  • Espacios versátiles para terapias al aire libre
  • Zonas de interacción social que combaten el aislamiento
  • Rincones de privacidad para momentos de introspección

Regresando ahora al jardín co-creado con los niños y adultos, debemos considerar que el espacio debe de ser sostenible y de bajo mantenimiento. Desde un inicio también se puede plantear la participación comunitaria en su cuidado y tal vez considerarlo como un aula viva para aprender sobre la naturaleza.

Para finalizar te dejo una reflexión personal y que tiene su origen en el profesor para la enseñanza primaria que llevo dentro.

“Al involucrar a los niños en el diseño de estos jardines, no solo creamos espacios más acogedores y terapéuticos, sino que también les damos una lección invaluable sobre el poder de sus ideas para cambiar el mundo que les rodea”.

Estos jardines son como un gran abrazo verde que nos recuerda lo fuertes y valientes que son los niños. Cada flor, cada arbusto y cada rinconcito cuenta una historia de esperanza y de cómo, incluso en los momentos difíciles, los niños pueden sonreír y soñar.

¿No es hora de que nuestros hospitales florezcan con la imaginación de sus pacientes más pequeños?

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