En primer lugar quiero que sepas que me gusta inventar palabras como “corpopaisajismo” aunque la utilice una sola vez. Lo hago para poder ilustrar o aclarar otro que no inventé (o eso creo) pero sí que intento definir a través de mi trabajo y del libro, y es el de “neuropaisajismo”.
Comenzando con el análisis que planteo hoy, seguro que has sentido alguna vez esa calma especial al pasear por un parque, o cómo un jardín cuidado puede levantarte el ánimo. Cada vez somos más conscientes de que los espacios que nos rodean tienen un poder increíble sobre nuestra salud y bienestar. Precisamente sobre esta conexión profunda trata mi trabajo y mi próximo libro: “Neuropaisajismo Terapéutico: Diseño con neurociencia para jardines inclusivos salutogénicos“.
Al hablar de Neuropaisajismo, puede que lo primero que se te venga a la mente sea el prefijo “neuro-” y pienses: “Ah, claro, cómo el cerebro reacciona a lo que ve”. Y tendrías parte de razón, pero ¿es esa toda la historia? ¿Nos estamos perdiendo algo importante si nos quedamos solo ahí?
Ya te digo que sí.
Imagina conmigo, ¿Y si existiera el “Corpopaisajismo”?
Juguemos un momento. Imagina que acuñamos un término como “Corpopaisajismo”. Un enfoque que gritara a los cuatro vientos que nuestra experiencia en la naturaleza va mucho más allá de la interpretación cerebral. Que se centrara en cómo todo nuestro cuerpo interactúa con el entorno. Cómo el simple acto de respirar aire fresco entre árboles modula nuestra actividad cerebral, cómo el olor a tierra mojada después de la lluvia (esa maravillosa geosmina) nos puede transportar y calmar, cómo incluso nuestra frecuencia cardíaca podría entrar en sintonía con la de las personas con las que compartimos ese espacio verde…
Este “Corpopaisajismo” se apoyaría de lleno en la cognición corporizada, esa idea reveladora que nos dice que no solo pensamos con el cerebro, sino que pensamos, sentimos y entendemos el mundo con y a través de nuestro cuerpo en acción, interactuando constantemente con lo que nos rodea.
Y aquí viene lo que quizás te sorprenda: ¡el Neuropaisajismo, tal como lo explico y desarrollo en mi libro, ya abraza toda esa profundidad corporal!
Cuando diseño o hablo de Neuropaisajismo Terapéutico, no me quedo solo en lo que tus ojos ven o tus oídos escuchan. Nos sumergimos en cómo sientes el espacio con todo tu ser:
- Cómo percibes la posición y el movimiento de tu cuerpo al caminar sobre distintas superficies (eso es la propiocepción).
- Cómo notas esas señales internas sutiles pero cruciales como tu ritmo cardíaco, tu respiración, esa sensación de calma o tensión que te invade (la interocepción).
- Cómo todo tu organismo responde a nivel fisiológico, activando la calma a través del sistema nervioso parasimpático o liberando hormonas en respuesta al entorno.
Y aquí está la clave, que a menudo pasamos por alto; esta comunicación es de ida y vuelta. No solo el jardín influye; el estado de tu cuerpo, como un ritmo cardíaco más tranquilo o una respiración más pausada, también influye directamente en tu cerebro. Modula cómo percibes el mundo, cómo interpretas la información y facilita enormemente ese estado de bienestar (bien-estar o estar bien) profundo que los entornos naturales bien diseñados saben inducir. Es un círculo virtuoso donde cuerpo y mente se retroalimentan positivamente gracias al paisaje.
Todo esto se basa, como te decía, en la cognición corporizada. Por eso, en el libro insisto en que el objetivo es:
“…crear paisajes que no solo ‘se ven’ bien, sino que ‘se sienten’ bien, promoviendo esa integración mente-cuerpo-ambiente tan fundamental para nuestra salud.”
Así que, ves, cuando hablamos de Neuropaisajismo Terapéutico, realmente estamos hablando de una visión integral, holística.
La comparación con ese “corpopaisajismo” imaginario nos sirve para destacar esta riqueza, para asegurarnos de que no reducimos el potencial de estos espacios a una simple reacción cerebral. Diseñamos para la persona completa, en toda su complejidad corporal, mental y emocional.
Si esta conexión entre el paisaje que te rodea, tu cuerpo y tu “bien-estar” te resuena, si sientes que hay mucho más por descubrir en cómo diseñamos los lugares que habitamos, te invito a profundizar en estas ideas.
Mi libro es un punto de partida en el que te ofrezco bases científicas y estrategias prácticas.
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Me encantaría saber qué piensas. ¿Tú también sientes que los paisajes nos afectan a un nivel que va más allá de lo visual? ¿Qué elemento de un jardín o parque te conecta más profundamente a nivel físico o emocional? ¡Conversemos en los comentarios!