Este artículo surge de la comunicación que tuve con una asociación de padres de niños con autismo de una provincia vecina.
No obstante, trataré el tema de modo generalista para en un futuro abarcar cada aspecto en profundidad. Desde la cadena de accesibilidad, al tipo de juegos para estimular los diferentes sentidos, las áreas tranquilas para “refugio” y otros temas que hacen a un trabajo muy cuidado y creativo cuando se crean áreas infantiles inclusivas.
El diálogo del que te contaba al inicio se dio con unas mamás que me compartían sus experiencias en las visitas a mi provincia con sus hijos.
Se veía en sus ojos reflejados los recuerdos de esos momentos en los que sus niños disfrutaban de forma segura y compartida de los juegos infantiles.
En donde residen, pocos espacios están pensados desde la inclusión y la accesibilidad.
¿Te imaginas un parque donde todos los niños puedan jugar juntos, sin importar sus diversidades?
Sueño con que eso sea una realidad lo antes posible, y que cuando mis futuros nietos lleguen al mundo puedas disfrutarlos.
Pero bueno, empecemos por lo básico (por más que sea reiterativo con los artículos anteriores):
Accesibilidad física:
- Suelo firme y sin obstáculos: ¡Olvídate de la grava o de la arena! Busca un pavimento continuo, antideslizante y con una pendiente suave para que las sillas de ruedas y otros dispositivos de movilidad puedan circular sin problemas.
- Rampas de acceso: Deben tener la pendiente adecuada (máximo 5%) y barandillas de seguridad para facilitar el acceso de los niños con la mínima necesidad de asistencia.
- Juegos adaptados: Balancines, columpios, toboganes… Hay opciones para todos y he visto empresas que crean unos maravillosos. Busca juegos con diferentes alturas, plataformas y espacios accesibles para que todos los niños puedan participar. Podríamos decir que lo ideal es que 1 de cada 5 juegos sea adaptado.
- Espacio de circulación amplio: Que haya suficiente espacio para que los niños se muevan con libertad y seguridad, sin chocarse entre sí o con los juegos.
Accesibilidad sensorial:
- Estimula los sentidos: Incorpora elementos con diferentes texturas, colores y sonidos para que la experiencia sea más rica y divertida. Y un detalle, asegúrate que los sonidos no tengan un volumen alto para no afectar a los niños con hipersensibilidad auditiva.
- Zonas de sombra y vegetación: Crea un ambiente agradable y protegido del sol, ideal para descansar o jugar a la sombra. Con la posibilidad de estar descalzos y percibir a través de las plantas de los pies la textura del césped, de la arena.
- Espacios tranquilos: Para los niños que buscan un entorno menos estimulante, con menos ruido y actividad.
Accesibilidad cognitiva:
- Juegos para todos los niveles: Desde juegos sencillos hasta otros más desafiantes, para que todos los niños puedan encontrar algo que les guste y les ayude a desarrollar sus habilidades.
- Estimulación Multisensorial: Crea áreas que estimulen los diferentes sentidos, como jardines sensoriales, paneles táctiles y áreas con diferentes texturas y colores.
- Información clara y accesible: Utiliza pictogramas, mapas hápticos, señales auditivas y otros recursos para que los niños puedan orientarse, comprender el entorno y las normas de juego.
- Espacios bien organizados: Una distribución clara y ordenada facilita la orientación y la planificación de las actividades. A mayor área disponible, se pueden establecer áreas de juegos que involucren diferentes niveles de actividad física, mesas de juegos o juegos de suelo, espacios para encontrar ese refugio más tranquilo para niños que puedan sentirse abrumados por el exceso de estímulos, etc.
Para concluir la nota te dejo una recomendación final.
Si eres el responsable de intervenir un espacio verde contacta con profesionales expertos en accesibilidad y en las distintas áreas dentro de la salud, con agrupaciones de padres para conocer sus necesidades, autoridades de gobierno, y las normas o reglamentaciones vigentes en tu localidad.